Dicen
que “el saber no ocupa lugar”, cosa muy cierta. Siempre he sido una persona que
se ha interesado por la cosas. Cuando era un adolescente no era una persona que
leía mucho, pero con el tiempo el querer saber me ha llevado a convertirme en
un devorador de libros. El motivo no era simplemente saber (porque cuando salí
del instituto me daba cuenta de que no sabía nada), sino que yo me daba cuenta
de que lo que aprendía en la escuela tenía ciertas incoherencias y quise
aprender otras versiones de las cosas, porque aquí ya sabemos que la historia
la escribe el vencedor, y de momento el vencedor se llama don dinero. Esto podemos aclararlo con el siguiente
ejemplo: ¿cómo es posible que Japón fuera derrotado en la II GM por las cobardes
bombas atómicas estadounidenses, si sus tropas tuvieron que luchar contra el ejército
rojo en Manchuria? O, ¿cómo es posible que los EE.UU. liberase a Europa de la
Alemania nazi, si su ejército no perdió más que unos 300 mil soldados
aproximadamente, frente a los 20 millones de vidas –con una variable de error
de unas 1 a 10 millones arriba- de la URSS? Una persona ante datos así, que han
sido también corroborados incluso por los historiadores occidentales, y que
reflexione medianamente sobre ellos, pone en cuestión las historietas que
nos cuenta el cine de Hollywood sobre dicha etapa de la historia, o
directamente ya sabe que le mienten.
Siempre
he leído un poco de todo. Prensa –por supuesto, para informarme-, historia,
alguna novela o libro de cultura general, algún libro sobre metodologías,
filosofía, política, ciencia… Los libros que más he leído siempre han ido
encaminados por la vía de las ciencias sociales y humanas y especialmente de
filosofía. Hay quién cree que unas ciencias con otras, no tienen ninguna
relación pero muy al contrario se equivoca. Para ello, como ya adelantábamos en
el título, nos vamos a servir de la filosofía. Hagamos unas anotaciones para
hacer ciertas aclaraciones…
¿Qué es la filosofía? La filosofía es una ciencia que
intenta dar una explicación a las cuestiones generales (¿Existe dios?, ¿de
dónde venimos?, ¿por qué el mundo se rige así?). Es una concepción general del
mundo, y según esa concepción, establecemos unas normas de comportamiento.
Algunos
lo cuestionarán y dirán: ¿La filosofía una ciencia? Pues sí: una ciencia. Para comprender
esto con más claridad, no hay más que ver que p. ej., la química, habla sobre
la composición de los materiales, las reacciones, etc. Digamos que es una
ciencia que estudia solamente una parte de la realidad. Pero los filósofos han
intentado ir más allá, intentando explicar la realidad que nos rodea. Si
observamos las ideas de Platón, decía que el origen de las cosas se situaba en
el mundo de las ideas o de las almas, por tanto, tuvo que recurrir a un mundo de
dioses para explicar las ideas, de ahí que muchas de las costumbres de la vida
social de las personas de aquella época se rigieran por sus creencias
religiosas. Para mostrar aún mejor está conexión, pondremos como ejemplo al
marxismo. Algo que contribuyó al desarrollo de esta filosofía fueron la
biología y la física, concretamente con los descubrimientos de la célula viva y
su desarrollo, la transformación de la energía en electricidad y la teoría de
la evolución de Darwin. También podemos encontrar muestra de esto en la
historia de la filosofía.
La
primera cuna del pensamiento fue Grecia, lugar donde el ser humano alcanzó un
alto grado. Los griegos eran grandes observadores de aquello que les rodeaba,
la naturaleza. Estos la veían compuesta de montones de seres vivos y no vivos.
Pero se preguntaron si aquello podía tener un origen común, y lo que hicieron
los más diversos filósofos fue intentar
dar una explicación. Si nos fijamos, las mismas religiones podrían considerarse
un intento de filosofía o ciencia. Al no estar desarrolladas las ciencias,
muchas de las explicaciones que daban sobre las cosas, eran limitadas o erróneas, y por tanto, tenían que recurrir a explicaciones místicas.
Aquellas hipótesis que no eran demostrables aunque dijeran la verdad, tuvieron
que ser aplazadas hasta poder dar una explicación más específica respecto a las mismas. Cada uno
aportaba su visión desde aquello que sabía y se nutría del campo de dónde procedía.
René Descartes por ejemplo, filósofo de entre los siglos XVI y XVII, que era
matemático, intentó diseñar un sistema para
que en los razonamientos de los hombres no hubiera lugar a confusiones. Quiso
establecer un método matemático de razonamiento para la realidad y así eliminar
las contradicciones de las explicaciones filosóficas de los diferentes
pensadores. Y hablando de contradicciones, como lector de filosofía y ahora,
como estudiante de tal, he de decir que veo fuertes contradicciones no solo en
el filosofar sino en la práctica diaria de las más diversas actividades humanas
de hoy día, que creo que es producto de como enfocamos nuestro día a día,
también producto de como vemos las cosas y como nos han enseñado a verlas y
practicarlas. Expliquémoslo.
Una
gran contradicción que veo no solo a esta ciencia, sino a otras muchas, es que
siento que el filosofar está algo alejado de la realidad en muchos casos. Es no
solo excesivamente teórico, sino además, excesivamente especulativo, lo que
hace de las ideas filosóficas algo difícilmente comprensible o embrolloso. Está
práctica, dificulta otra de las muchas cosas que hacemos en el día a día. P.
ej.: ¿a cuantas/os de nosotras/os no nos han explicado en clase cosas y nos
hemos preguntado para que servían sin entender que función tenían? O, ¿cómo es
posible que un ingeniero mecánico salga de la universidad y no tenga la
suficiente o ninguna idea de cómo proyectar en lo que ha aprendido durante su
tiempo de estudio? Resulta que llega a un taller y un simple trabajador
comprende mejor cuales son las necesidades de trabajo para resolver
determinadas tareas, o qué ideas son posibles para ello, que la persona que se
supone que está capacitada para ello. Eso es debido a qué cuando a esa persona
se la ha instruido para tal tarea, no aprendió lo que necesitaba sobre el plano
real, de tal manera, que saliera de su carrera con unos conocimientos básicos
adquiridos desde los cuales desarrollar.
Pues
lo mismo ocurre con la filosofía. Hoy día, se pueden encontrar a miles de
teóricos que intentan explicar las cosas, desde aquello que saben y con todo lo
que han aprendido en los más diversos libros. Pero resulta, que cuando se trata
de explicar las cosas, sus hipótesis o planteamientos tienen incongruencias o
incluso, están en contradicción con lo que ven los ciudadanos en el día a día,
y construyen, digamos, unas filosofías “artificiales”. Todo debido a qué
adaptan teorías fuera de la observación o las construyen a partir de solo lo
que leen en otros textos, y les quedan en cierta manera inmóviles y petrificadas.
Por
tanto, la filosofía es una ciencia que se construye, como las demás ciencias:
observando. De lo contrario, es imposible explicar el mundo. Por supuesto, que
la filosofía, para intentar dar una
explicación integral del mundo, deberá de nutrirse de los más diversos saberes.
Una persona, a no ser que sea un/a genio, no puede saberlo todo, pero si quiere
dar explicaciones, tiene que saber un poquito de cada cosa, para explicar la
realidad. Por supuesto, que cada cual, puede dar un enfoque desde aquello que
más sabe.
Para
cambiar esto, debe de empezar a ligarse el pensar con la observación. Si la
filosofía es una ciencia, como lo son otras, debe de estar más apegada a la
realidad y no ser una mera especulación, lo que la convertiría en algo más
creador, frente el inmenso vacío de explicaciones que corren en los tiempo
presentes. Todo planteamiento alejado de la realidad está condenado al fracaso.
Por
lo tanto, para una mayor fecundidad de los más diversos profesionales, ya no
solo de la filosofía, sino de otras profesiones, pasa por cambiar nuestras
prácticas diarias, es decir: aquello que aprendemos debe de ir ligado a nuestro
día a día, sino es un conocimiento no solo atiborrante, sino muerto, es decir, como se hace actualmente en los más diversos centros educativos: teoría, teoría y teoría y teoría; y cuando se trata de práctica, no se sabe qué hacer, debido a qué en el aprendizaje una cosa no fue acompañada de la otra.
Gracias
a la filosofía, he podido comprender miles de cosas de la historia o de nuestro
día a día. Siempre he sido un firme defensor de la filosofía. Para explicar el
mundo tiene la necesidad de nutrirse de las más diversas ciencias para dar su
visión, lo que demuestra que es un conocimiento vivo y no solo eso, válido,
debido a lo primero; además de útil, puesto que la filosofía, según decía un
filósofo que cambió el destino de la humanidad, es fruto de los conocimientos
acumulados por el ser humano a lo largo de su historia, es por decirlo así, la
punta del iceberg. Solo si nuestra praxis diaria cambia y la asociamos a
nuestro día a día podemos convertirnos en verdaderos creadores.
Pero,
¿por qué obramos así? ¿Que supondría que fuéramos creadores y/o creativos? No
sé en otros lugares, pero en el polo político que nos agrupamos respecto a
occidente (me refiero a los gobiernos y no a las personas necesariamente), sino
me equivoco, la gran mayoría de las personas somos educadas en esta forma de
obrar, lo que nos hace ser un poco petrificados en nuestro día a día.
Y obramos así, sencillamente porque así nos educaron a la gran mayoría, de tal
manera que fuéramos “torpes” por decirlo de alguna forma, lo que evitaría que fuéramos
independientes como seres humanos. Ahora, si analizamos esto, está claro que una educación así obedece a intereses de dominación y
si miramos a nuestro alrededor, la dominación solo interesa aquellos que desean
aprovecharse de nuestro trabajo para ellos poder ser unos privilegiados. Solo
ellos pueden habernos educado así y bajo esos mismos fines. Por tanto, a los
que ya poseemos tales defectos, nos queda una ardua tarea, para cambiarnos a
nosotros mismos y ayudar a nuestras hijas e hijos, y semejantes, así como para
cambiar la realidad. Empezar a dar esos pequeños pasos, será dar pasitos de una
paso gigante, que acabará en una gigantesca revolución que hará estallar las
estructuras en las que vivimos y cambiará nuestras vidas.
Por
tanto, ante tal dilema, solo queda animar a todo aquel que ya esté harto de
está praxis inmóvil, y quiera pasar a un verdadero prisma teórico-práctico
dinámico, a que comience a cambiar todo por su casa e intente reflejarlo hacia
los demás, mediante el ejemplo. Este es el camino de la verdadera liberación,
no solo mental, sino individual y social.
Como
se puede ver, para filosofar no hace falta haber estudiado filosofía, ni ser
filósofo, ni un gran intelectual. Cualquier persona que desee, puede hacerlo
con un poquito de conocimiento no necesariamente intelectual. Para filosofar
basta que aportemos y pensemos y practiquemos desde aquello que sabemos. Aprendemos en el caminar para una mejor vida.
También publicado en: www.tercerainformacion.es/spip.php?article64673
ResponderEliminar